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Ermita abandonada de Santa Ana (Trujillo) |
Ildefonso Rueda Jándula
El Párroco de San Pedro, Frey D. Alonso Daza de Torres, como mayordomo de los bienes y rentas “de la Ermita y Santuario de mi Sra. Santa Ana, extramuros de ella”, relacionó los bienes y rentas de los numerosos censos que para el sostenimiento de esta ermita disponía.
“Primeramente la hermita y Santuario de mi Sra. Santa Ana sufraganea de dha. Iglesia maior se halla extramuros de esta Villa en el Camino de Baena y se compone de cuerpo de Yglesia, capilla maior, casa contigua para la habitación de el santero, con cocina y dos quartos pequeños en bajo y una cámara, un guerto pequeño con algunas parras y álamos que a el se entra por la Yglesia y fuera mirando a el poniente un pedazo de tierra con una higuera, álamos, y granados que todo se da a el santero para que dha. Hermita este habitada…”
Entre las cargas económicas sobre los bienes relacionados, estaban los derechos de la Fiesta de Santa Ana, el 26 de julio, que importaban 122 reales. Además, sobre este caudal recaían los gastos de reparos de la ermita y casa del santero. La ubicación de esta antigua ermita, por el momento es desconocida. La declaración del Prior de Santero nos permite ubicarla en un área cercana a la Fuente de Afuera, en el camino que aún conserva el nombre de esta devoción y la vereda del Camino de Baena.
En el siglo XVII Santa Ana contaba en Torredonjimeno, con una Cofradía que debió extinguirse al tiempo de la declaración de los bienes de su ermita a finales del XVIII. En la sección varios del Archivo Histórico Diocesano, se conservan las cuentas del mayordomo de la Cofradía, Tomás del Carpio, sobre los años 1639 y 1640. La presentación de estas cuentas ante el Visitador del Obispado, nos permite acercarnos a las fiestas que se celebraban a Santa Ana en el barroco, donde la participación numerosa de clero, procesión, ministriles y cera, son consignados entre los gastos del administrador:
“…Mas se le reziven en quenta tres mill y sesenta maravedís que pagué al dicho mayordomo de derechos de las dos fiestas de señora santa Ana que se an zelebrado los años de mill y seisçientos y treinta y nuebe y quarenta en esta manera del año de treinta y nueve diez y ocho rreales a el liçenciado Frey don gutiere Calderon de Robles de sus derechos de procesion misa y bisperas. Veinte y siete reales los veinte y quatro de los derechos de doçe sacerdotes que asistieron a las vísperas misa y procesion, a dos reales cada uno y tres reales a los clérigos que se vistieron para ayudar a decir la misa y el otro a los acólitos, y el año de seiscientos y quarenta otro tanto por las mismas razones que todo junto hizo la dicha suma…”
“… Mas se le reziven en quenta, quinientos y quarenta y quatro maravedis que pago a Bartolomé de Quesada ministril por si y sus compañeros de aver asistido a la çelebrazion de la fiesta de señora santa Ana del año de treinta y nuebe mostró carta de pago..”
“…Mas se le reziven en quenta catorze reales que pago a Martin Villar cerero de dos libras de zera blanca en belas que compro el dho, mayordomo para las dos fiestas de señora santa ana de los años de seisçientos y treinta y nuebe y quarenta mostró cartas de pago…”
Además de todas las celebraciones y misas por los cofrades difuntos los miércoles de cada semana, el administrador también dio cuenta de los gastos de reparos en la ermita, que en el siglo XVII, estaban a cargo del caudal de bienes de la Cofradía:
“…Mas se le reziven en quenta sesenta y tres maravedís y medio que valen dos mill y ciento y çinquenta y ocho maravedís por tantos que pago el dicho mayordomo a Domingo Perez Portugues alvañil de dos caiçes y medio de yeso y de las tejas que se gastaron en los reparos de la casa de la hermita de señora santa Ana por el año de seisçientos y quarenta y d el salario del maestro y oficiales que todo hizo la dha. Suma mostro carta de pago”.
Un dato muy interesante es la participación de la imagen de Santa Ana, desde su ermita a extramuros de la población en la procesión del Corpus Christi. Fue común en el barroco y hasta tiempos recientes, que en la procesión del Corpus participasen las cofradías con sus imágenes:
“… mas se le reziven en quenta veinte reales que pago y gasto en dar de comer a las personas que an traído de su ermita a señora santa ana el dia del corpus para las procesiones y bolverla a llevar los años de seisçientos y treinta y nuebe y quarenta mostró razón del dicho gasto”.
Sobre la antigua imagen de Santa Ana, en su ermita de Torredonjimeno, conocemos de su iconografía gracias a un escueto dato que nos aportan las cuentas del mayordomo Tomás del Carpio. Se trataba de una imagen de Santa Ana triple, en la que la abuela de Jesús, servía de trono para la imagen de la Virgen Niña y el Niño Jesús, que ya en esta época necesitaba de ser restaurada:
“…mas se le reziven en quenta veinte y dos reales que pago a Juan Troyano pintor y dorador por retocar y encarnar las ymajenes de señora Santa ana y nuestra Sª y el niño Jesus mostro carta de pago…”
Dos datos de gran importancia nos aporta este escueto gasto reflejado en las cuentas del mayordomo en el año 1620. En primer lugar, que la imagen debió ser de gran antigüedad. La iconografía de Santa Ana triple, estuvo muy extendida entre finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI, ya que el Concilio de Trento, limitó esta representación cuya fundamentación estaba más asentada sobre los apócrifos que sobre los evangelios canónicos. Quizá fue la Orden de Calatrava la impulsora de esta devoción, ya que esta iconografía responde a la necesidad de manifestar la concepción virginal de María en el seno de su madre, por lo que en estos casos, era una alusión velada a la Inmaculada Concepción.
En segundo lugar, el autor de la “restauración”, Juan Troyano, es un pintor y dorador de la Colación de San Ildefonso De Jaén, bien documentado por distintas intervenciones, gracias a los estudios de D. Manuel López Molina. Se conoce que acometió labores de dorado y pintura en las rejas interiores de la Catedral y retablo de la Parroquia de San Miguel, junto a otros artistas de segunda fila de la ciudad de Jaén. Para el caso de Torredonjimeno se trata de la primera intervención de conservación sobre una imagen, documentada en la Historia.
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