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Retablo antiguo de la Parroquia De San Pedro de Torredonjimeno. Desaparecido en la guerra civil española |
En la religiosidad popular tosiriana, pervive aún el recuerdo de las Santas Juana y María, que según D. Juan Montijano Chica en su obra “Historia de la Ibérica Tosiria” en su Capítulo IX, sitúa en el calendario su fiesta el 9 de agosto, día en que padecieron martirio en Granada. El no estar reconocidas canónicamente, no impide que destaquemos la memoria de las huellas que en la Historia dejó este testimonio martirial.
Dice D. Juan Montijano en su reconocida obra: “Nuestros antepasados del siglo XVI, mandaron tallar dos magníficas imágenes de estas santas y esclarecidas tosirianas, que derramaron, en ferviente confesión de la fe cristiana, su sangre por Cristo. Estas imágenes a que me refiero estaban en dos preciosas repisas en el altar mayor de la iglesia parroquial mayor de San Pedro Apóstol, a un lado y otro del magnífico retablo barroco, de principios del siglo XVII”.
La instantánea que nos muestra el antiguo retablo del templo parroquial de San Pedro de Torredonjimeno, permite observar estas imágenes, de las que, en primer lugar ponemos en duda la cronología aportada por D. Juan Montijano, ya que su factura nos remite a un barroco ya consolidado. Otras obras artísticas relacionadas con estas santas mártires se han documentado por los mismos autores en la ermita de los Santos Cosme y Damián, y la existente hoy día, de gran valor artístico en el presbiterio de la Iglesia de San José de las Madres de los Desamparados.


Nacieron Juana y María a mediados del siglo XV, hijas de Diego Fernández de Martos, alcaide del castillo de Torredonjimeno. El Padre Lendínez las sitúa en Higuera “que llaman de Martos” (hoy de Calatrava) “por motivo de la diversión de primavera o por otras causas que se ignoran”, cuando, llegando el ejército de Muley Albohacén, rey de Granada, las hicieron prisioneras con los más vecinos de la villa (…) llegaron nuestras santas a la ciudad de Granada, en donde, puestas entre gentes de idioma que no entendían, vinieron a poder de dos moros que se enamoraron de su belleza; si fue este acaso por haberlas comprado estos bárbaros o si porque les tocó la suerte de cautivarlas, se ignora. Lo cierto es que los dichos dos moros las solicitaron para mujeres, y, para ello, les mandaron renegar de la fe de Jesucristo; pero las santas doncellas, resistiendo perder o desamparar la virginidad, resueltas a morir en defensa de la fe, después de convertido el amor de los barbaros en odio, éstos las maltrataron y tentaron por varios medios y, viéndolas firmes en sus santos propósitos y santa fe de Cristo, las sacaron de la Alhambra atadas a dos caballos y las llevaron arrastrando hasta el sitio que llamaban Entierro de Malditos y allí, a la hora de las doce del día, hincadas de rodillas las dos santas hermanas, dieron sus cuellos a la espada, que, cortando sus sagradas cabezas, dio soltura a sus benditas almas que volaron a la gloria con duplicadas coronas de fe y pureza”
Muchas gracias, padre, por su comentario, me alegra de haber sacado a la luz, para conocimiento y disfrute de estudiosos y aficionados, el libro de fray Juan Lendínez, que llevaba tantos años esperando su publicación.
ResponderEliminarGracias a usted. He tenido tiempo de consultarla y la aportación crítica que realiza sobre la obra manifiésta un conocimiento abundante de la Historia de Torredonjimeno. Es de justicia agradecer este trabajo ingente.
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